
Caléndulas, madréporas
pérgolas luminiscentes.
Esdrújulos portentos
de los megalomedios.
Ángeles cayendo de cabeza
en oscuros huecos de letrina.
Cabezas ciclópeas aplastadas
ojos colgando de costillas rotas.
Puños y botas que matan y condenan
la blandura fetal desprotegida.
Truculencia, reino del espanto,
mentira, falsedad, mirada huidiza.
Caléndulas, supurantes pústulas,
apretujadas miríadas de estrellas
en la lumbrera que atisbó tu muerte
Omar Carrasco, tu solitaria tumba.
1995.-
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