
Caminaba por el borde del abismo
como el mejor de los equilibristas
y soñaba con ser luna y amapola
y se dormía en la cumbre de la nada.
En las dunas desiertas de su cama
anidó alguna vez una ternura
que se secó por falta de cariño
y se murió aturdida de silencios.
Yo lo recuerdo con sus ojos húmedos
cerrados en la sombra de la noche
llorando un llanto seco y tembloroso
tratando de olvidar su nombre.
2008.-
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