
Yo amo a un hombre duro.
Un hombre que tropieza, se cae,
se lastima y, solo, se levanta.
Y con los ojos limpios
mira para adelante.
Yo amo a un hombre entero
con un dolor profundo
de millones de siglos
en el fondo de su alma.
Ese dolor absurdo,
constante, insoslayable,
de vivir a trasmano.
Yo amo a un hombre hermoso,
su ternura me sume, me tiende,
me acorrala, en un letargo dulce
de palomas dormidas.
Yo amo a un hombre que a veces,
huye de mi y del mundo.
Me esfuerzo en alcanzarlo
y desgarro mis manos
en un intento inútil.
Yo amo a un hombre de veras
y lo perdí una noche, sin tiempo,
sin espacio, sin dolor y sin gloria.
Sus manos aun me encienden la piel,
cuando, en mi insomnio,
sueño con abrazarlo.
1998.-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario