Un hombre sin nombre me espera en penumbras. Cargada en sus hombros, su bolsa de escombros. Sus ojos de almendra. Sus manos de alondra. Su boca con hambre devora mi sombra.
Ya tendida y ardiente… abrí los ojos al resplandor de la ventana… Pálida, incandescente… Vestía solamente el roce de tus ojos… Yo clara y revelada… Tu recóndito, oscuro… Yo, tu maja… Mi Goya…
Pero también soñé que desde la ventana Te veía desnudo, recostado, delgado… Lánguido en tu desidia… Gozando mi deseo sospechado, prohibido… Entre tus piernas, el fruto que me tienta y me llama… Me derrito en la sombra, detrás del caballete… El pincel escapa de mis dedos… Nunca podré pintarte?