
Ya nunca un manantial recóndito
recorrerá tus oscuras entrañas.
Ya nunca... aquella luz rojiza, vigilante,
coronará tu cúspide.
Ya nunca aquella blanca espuma
ha de borrar las huellas del pecado...
Ya nunca, tu rumor turbulento
romperá el silencio de la noche.
Te fuiste y yo te extraño
cuatrocientas razones de peso, nos separan.
2003.-
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